“Diario cómplice”: incertidumbre, cotidianidad, movimiento

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Silvana Isabel Almonte

El poema objeto de análisis pertenece al escritor Luis García Montero (Granada, 1958). Actualmente es el director del Instituto Cervantes y catedráti­co de Literatura Española en la Universidad de Granada.

El poema V está contenido dentro del poemario “Diario cómplice” y está compuesto por cuatro estrofas de extensión irregular, con una combinación de versos, en su mayoría, endecasílabos y heptasílabos; son versos libres, no tienen una rima fija y forman una silva blanca. El tema central del poema es la vulnerabilidad y transitoriedad de las relaciones amorosas con un matiz de incertidumbre para entablar una relación duradera. El amor no se siente como algo seguro, lleva estampado el deseo y el malestar, pero también la memoria y el olvido sin juramentos de durabilidad o estabilidad.

Este poema tiene una estructura interna circular y un modelo narrativo lineal:

  • La primera y cuarta estrofa están en tiempo presente con descripciones del hablante lírico, quien se traslada al encuentro con su amor (versos 1 y 29).
  • En la segunda estrofa hay reflexiones y anticipaciones en futuro, salpicadas de un tono íntimo y emocional, con una confección de sus expectativas y temores sobre la relación (versos 11 y 20).

Entre el sujeto lírico activo y la figura pasiva se crea un emparejamiento. El sujeto lírico se desplaza por la ciudad, opuesto a la inacción marcando emocionalmente la distancia afectiva. Por otro lado, las isotopías principales de este poema son:

  • Ciudad y espacio urbano: taxis, luces intermitentes y la brisa del escenario nocturno donde se desarrolla el encuentro.
  • Movimiento y Tránsito: Cruzo la desmedida realidad, yo vengo sin idiomas, simbolizan el desplazamiento físico y emocional.

Estas isotopías refuerzan la idea de una modernidad donde las relaciones son momentáneas.

El hablante lírico en este poema tiene las siguientes características:

  • Sujeto activo: Un “yo”, que se mueve por la ciudad para encontrarse con el “tú”.
  • Cotidianidad: Lenguaje llano, sin adornos, reflejando la cotidianidad.
  • Confusión emocional: El yo lírico siente nostalgia, deseo y resignación estableciendo el enredo de las pasiones en las relaciones modernas.

El simbolismo en este poema lo vemos en el taxi y su asiento trasero representando la transitoriedad en las relaciones amorosas donde los encuentros son breves y dejan un vacío en el alma.  Este representa todas esas palabras a medio decir, sin tiempo ni lugar para pronunciarlas (verso 7). El “cadáver” simboliza las palabras o recuerdos que el hablante lírico anhela ocultar (verso 27). Como se observa, se trata de un poema cargado de simbolismos modernos, experimentales y acertados. Además, es rico en figuras retóricas, repasemos algunas:

  • La metáfora representa ese rincón seguro donde el hablante lírico guarda sus sueños (verso 6).
  • La anáfora crea ritmo y refuerza la enumeración de las características (versos 11 y 12).
  • La antítesis muestra la complejidad de las emociones (versos 21 y 22).
  • Elipsis se omiten palabras para enfatizar la contradicción entre no tener nada que decir, sin embargo, hablar (versos 31, 32 y 33).

En fin, el sujeto lírico se resigna a la provisionalidad del vínculo afectivo y, aunque parece conformarse con la fugacidad de los encuentros, también deja plasmada la necesidad de las palabras en la modernidad urbana.

V

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás, 5
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros. 10

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas, 15
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma, 20
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería 25
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya. 30
No hay nada que decir,
                                              pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado, 35
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.

Fuentes bibliográficas

Faustino Medina

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