Las guerras, las crisis económicas y las pandemias, por su naturaleza, afectan la psique de las personas. Estas determinan la forma cómo el individuo percibe el mundo y cómo se perciben dentro de él. Una muestra de esto es el existencialismo, aunque esta postura filosófica se evidencia más temprano en las tintas de Nietzsche y Schopenhauer, fue un modo de reflexión donde el individuo alcanzó el desgarro de su existencia y descubrió su desamparo dentro del cosmos de la crisis de posguerra.
Esta postura filosófica fue asimilada, principalmente, en países como Alemania y Francia. Pensadores como Albert Camus y Jean Paul Sartre defendieron sus postulados. Otro autor que vivió las crisis pre y posguerra fue Herman Hesse y lo dejó plasmado en varias de sus obras, una esencialmente es El Lobo Estepario.
La angustia y el comportamiento reflexivo del ser en su plano existencial siempre fueron preocupación del polifacético Hesse, incluso este interés por comprender las “leyes de comportamiento” surge de su propia angustia.
El ambiente en el cual se desarrolla esta obra es el de una Alemania que, debido a su transformación en pos de la materialización, ponía en entredicho los valores culturales tradicionales. Para el inicio del siglo XX las cosas eran totalmente diferentes con relación al siglo pasado y la actitud que presenta Harry Haller dentro de la obra es la del desprecio por esas transformaciones en el aspecto social, político y artístico lo cual representa para él un duro golpe sentimental. Haller vivió la etapa de transición ignorando los cambios: “Hay momentos en los que toda generación se encuentra extraviada entre dos épocas” (p. 23).
La crisis que hierve dentro de Haller está revestida de un sentimiento de rechazo hacia las modas de la burguesía que se podría percibir como una forma de vida un tanto banal e insostenible. Esto se percibe en: “(…) es lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, está bien alimentada y próspera disciplina del todo mediocre, normal y corriente”. Lo vemos sumido en un mundo que, desde su perspectiva, no tiene dignidad alguna y a esta razón se debe su aislamiento.
La crisis que desarrolla Haller lo obliga a crear una dualidad, es decir, un Haller retirado, que cuestiona lo banal. Este se percibe como un pobre diablo, desentendido de la vida familiar, de la religión, del nacionalismo y de las ambiciones sociales. El lobo en su estepa, una bestia descarriada que no encaja dentro de lo normalmente construido y todo aquello que esté fuera de la prosa de Goethe y la delicia de Mozart, por otro lado, el Haller que busca integrarse al mundo y comprenderlo en su nueva modalidad. La disonancia cognitiva con la que tiene que vivir le brinda un estado de inconformidad consigo mismo hasta experimentar, primero, un suicidio en vida; es decir, la consumación de sí mismo mientras soporta el deseo de vivir y, segundo, contemplar la idea de practicar suicidio real: “¿No era más prudente y sencillo evitar la repetición de tantos sufrimientos, quitarse de en medio?”, “y aunque el suicidio fuese estúpido, cobarde y ordinario, aunque fuese una salida vulgar y vergonzante para huir de este torbellino de los sufrimientos, cualquier salida, hasta la más ignominiosa, era deseable” (p. 62). Huyendo, constantemente, de esta última opción, lo cual no deja claro si quiere vivir o no.
En una de las escenas de esta obra, Haller visita un amigo, una vez dentro de la casa observa un cuadro de Goethe que le pertenece a la señora del hogar y, sin importar, su presencia no disfrazó su molestia por el aspecto burgués con que fue dibujado hiriendo la sensibilidad de la señora. Luego de ser reprochado, por su comportamiento, Haller respondió: “Pido excusas a usted y a su señora mil perdones, tenga la bondad de decirle que soy esquizofrénico”.
Luego de la escena del cuadro experimenta, tal vez, su mayor crisis. Se sitúa en una indecisión insoportable entre tener que elegir vivir o apoyarse en el filo de su navaja de afeitar. Su quimera termina al llegar a un bar en donde conoce a Armanda quien sirve de canal para introducirlo al presente y que, incluso, fue capaz de hacer una interpretación más acabada que la que él hacía de sí mismo. Ella representa la esperanza en el mundo de Haller, lo lleva a un plano, un teatro en donde se pretende cometer un suicidio, el del lobo estepario: la desaparición de la estepa.
La vida de Haller se mantiene envuelta en un sinsentido intentando tener sentido, una vida en la nada que busca apoyarse en un algo, pero en un algo concreto y digno. No materializa el suicidio porque, aunque lo admira y sabe que está ahí para él, prefiere buscar otras soluciones. Esto permite al lector entender que tenía deseos de vivir, pero tampoco es una interpretación definitiva. Este tipo de crisis era la identidad de muchos de los escritores de la época y lo dejaron plasmado en sus obras.
El Lobo estepario (1927) nos levanta muchas sospechas en cuanto a la relación que tiene esta con el autor, se puede presumir que se trata de una autobiografía o un autorretrato por varias razones. La primera es la más común y hace referencia a las iniciales del protagonista de la obra “Harry Haller” y las iniciales del autor “Herman Hesse”. Lo segundo es, en la parte más compleja; el género, posturas políticas y experiencia matrimonial. Tanto Haller como Hesse tenían un comportamiento existencial en sus vidas cotidianas y en la forma en como plasmaban sus ideas en el papel, ambos repudiaban la guerra y buscaban la felicidad, ambos sufren la experiencia de matrimonios fallidos. En el caso de Herman Hesse, se casó tres veces, Harry Haller se casó una vez, pero tuvo el mismo resultado. La escena del cuadro de Goethe, sin duda, es una simbología del apego que tiene el autor por la pintura y se puede representar como una crítica a la desfachatez de las artes.
Estas, hasta ahora, son especulaciones nuestras; tal vez, estos puntos logren converger armónicamente y eso nos brinde un estado de seguridad, pero de lo que sí estamos seguros es que cada autor escribe partiendo de su propia experiencia y lo hace con el fin de alertar o advertir sobre algo.