“Siempre he relacionado la soledad con la libertad.
Por tanto, primero instintivamente
y luego conscientemente escogí la soledad
y creo que valió la pena” (Nacidit-Perdomo, 2021)
La tierra está bramando (1982) constituye una obra autobiográfica de Hilma Contreras, nacida en San Francisco de Macorís hacia 1913 e hija del Dr. Darío Contreras, residió en París entre 1914 y 1920. Posteriormente sus padres se trasladan a Francia, de nuevo donde termina la secundaria y se diploma en Estudios Franceses Avanzados, en La Sorbona, entre otros estudios. En 1933 retorna a San Francisco de Macorís y establece su residencia en Santo Domingo en 1942, se gradúa de filosofía en la Universidad de Santo Domingo, asume la función de Secretaria de Primera Clase y Traductora de la Misión Francesa en la República Dominicana. Fue la primera mujer en hacer literatura con un marcado acento de género, en el cual destacaba las condiciones de sometimiento social, legal y afectivo de las mujeres.
La novela es ambientada en la época de la dictadura de Trujillo, se podría decir que puede ser un período posterior dada la cantidad de términos y acontecimientos que remiten a época distinta a la dictadura. Sin embargo, es un tiempo marcado por el surgimiento de continuas protestas estudiantiles y de mujeres contra el tirano y el orden opresivo, violento y bélico que se destaca en el desarrollo de toda la obra.
Tiene una estructura no-lineal, por los continuos saltos que aparecen durante el desarrollo, con fragmentos poéticos cambios de narrador, entre otros. Un ejemplo de ello es la descripción de las emociones de Doña Eugenia al escuchar el sonido de las sirenas y las llegadas de las armas (Contreras, p. 101). Como si fueran dos autores. (ver también página 22). La novela inicia narrando en primera persona (Vivo en un mundo extraño) como en un monólogo. Y, presenta el círculo vicioso de la humanidad que se extiende al siglo XX. “La caza del hombre no termina ni parece que terminará nunca”. Una humanidad que se desenvuelve entre las guerras y la opresión. De entrada, se vincula la opresión con la huida, la cual parte de un viaje hacia dentro para luego escapar del doloroso sistema político y abusivo del que es víctima Eugenia. Este personaje principal que sufre tanto ella como su entorno inmediato el peso de la avasallamiento impuesto por la dictadura.
El papel de los estudiantes
Refiriéndose al grupo estudiantil, reunido, el narrador señala que “cada uno era un silencio vibrante” (Conteras, 2021 p. 14) expresión que denota el estado de quietud de cada joven presente allí, pero llenos de energía y de emociones intensas. De Eugenia se dice: “se sentía como una esponja que se dilataba inmensa al saturarse de música”. Expresando con ello, el estado de plenitud en la que se encontraba, y la música es el medio que motiva esa atmósfera, que la hace sentirse llena en su ser interior. Sin embargo, ese panorama cambia en el momento en el que Christian llega anunciando que a Pablito “se lo llevaron” a la vez indica que “un tipo enfrente que no le gusta” para quienes pudiera representa una amenaza. Por lo cual se acaba el momento de levitación motivado por la música.
De aquí se revela el interés del grupo al señalar que se están organizando. Estos buscan acabar con el gobierno. Pero son advertidos por Eugenia al exteriorizar a Nina que están como el huevo y la piedra, y el primero se rompió refiriéndose a Pablito. Los estudiantes Jesús, Christian (francés) Nina, Gustavo, Pedro Julio se organizan con el propósito de formar un partido político llamado PACOIN (Partido Comunista Independiente) movimiento que es cuestionado por Eugenia ¿de qué y de quién?. En un primer momento esta no se involucra de forma directa. Sino que se muestra discreta, pues “todavía no se les hace daño a las mujeres” (Contreras, p. 21). Al tiempo que critica que “con ese asunto del PACOIN han herido de muerte a nuestras reuniones”. Camino a casa es advertida Eugenia por Toño, un deslenguado del gobierno, sobre los peligros de juntarse con el grupo.
Volviendo al orden narrativo, aparecen una serie de preguntas existenciales, en una desagradable sensación de frustración. “¿Qué era la vida para nosotros? ¿Qué es vivir sino un dilatarse hasta lograr una dimensión amplia y soleada en que cese la impresión de asfixia sentida a diario? ¿Vivíamos? Agustín, ¿vivimos aún?” (Contreras, P. 21). Esta, según Eugenia, excedían la motivación inicial, recordando a Agustín Fuencarral. El pensar en “tu amor” la entraban en un estado de desazón. Por lo que, siente el dolor de la ausencia y el deseo de encontrarse con ese ser amado. De lo que se presume una ruptura no superada “Y tú, Agustín, ¿Vivías realmente?” (Contreras, p. 21), mientras ella reclama que sentía cada cosa, mientras él está enfocado en el éxito de su carrera. Dice que, ella “huía mientras los demás la buscaban” pero tenía que enfrentarse a la desgarrante realidad.
La poesía en la narración
En esos continuos saltos, en la novela, aparece una especie de poesía (Contreras, p. 24) que denota la añoranza y la melancolía de Eugenia por el pasado y la reprimenda por no poder viajar hasta su encuentro puesto que el pasaporte lo tenían retenido. Aunque elogia la belleza de la Isla oprimida. “Y que nadie meta sus manos en la isla Maravillosa. También, como Robinson, necesito al compañero. Tú serás mi hermoso y lindo Domingo” (Contreras, p.25). Lo que insinúa la añoranza por su ser amado, de quien se encuentra distante. En ella se mezcla las emociones por huir de su realidad para encontrarse con ese lindo Domingo, que se encuentra más allá del mar. La mención de San Cristóbal, santo de los viajeros, supone el ferviente anhelo de atravesar el mar y huir de la realidad existencial a la que se esta enfrentando, y la búsqueda constante de respuestas a su sufrimiento y de su ser amado “necesito al compañero”. “Y allí se sumerge en su propio mundo. – ¿En qué mundo crees que vives, Eugenia? – En el muy mío.
En ese instante, se produce un diálogo entre Christian y Eugenia donde se recuerda la nostalgia por su tierra natal y donde vivió Eugenia varios años, mientras destaca: “Tú sabes que este medio tolera mal los espíritus independientes que actúan contra corriente, te harán trizas” (Contreras, p. 26). Donde el narrador en primera persona busca denotar que la sociedad opresora representada en el gobierno no favorece la disidencia, sino que tiende a castigar o reprimir a aquellos que no se someten a las estructuras violentas en manos financiadas por el Estado, la dictadura. Y, continúa diciendo, “te hará trizas” la cual será la consecuencia de aquellos que se atreven a desafiar el estatus quo. Esas fuerzas militares que sirven al Estado para reprimir a los que cuestionan el orden opresivo.
Razón por la cual expresa: “Necesito echar a volar mi espíritu sobre las aguas, para no romperme los dientes entre los barrotes de esta jaula” (Contreras, p. 26). Esto presupone una lucha interna y externa de Eugenia por liberarse para explorar nuevas posibilidades. Esa lucha por huir a la ciudad que le trae grandes nostalgias y angustia. Desea volver a su añorado París. En una búsqueda de sí misma, un reencontrases impedido por las fronteras que se le han impuesto. Un recordar la desaparición de Fuencarral, que hace su vida fuera.
En eses mismo orden de ideas, se resalta la figura de Pablito quien ha sido delatado por un soplón, a quien quizás intentó ganarse como simpatizante al movimiento en el que se enrola. En ese escenario Christian destaca frente a Eugenia “la lealtad de este, su valentía y de sangre rabiosa” (P. 28), al mismo tiempo pone en boca de Christian que, aunque ellos son fuertes, también ellos pueden ser fuente en un entorno marcado por la intriga y la amenaza.
En el tercer fragmento poético que aparece en la novela “venga conmigo todo el dolor del mundo” sugiere una preparación para enfrentar el mayor sufrimiento que pueda venir. Asimismo, indica “se verá si soy un hombre o un trapo” (p. 28) donde subraya la dualidad del ser humano, es un alma capaz de sustentarlo o es más bien un ser vacío, resaltando con ello lo decidido que se encuentra para enfrentar con integridad lo que se está por ejecutar. Mas muestra lo incierto de la vida, pues “los hombres corrían sin freno hacia no se sabe qué punto inalcanzable de la cuidad (Contreras, p. 28).” La desesperanza que aporta la opresión motivada por un ambiente incierto y que infringe un dolor excesivo.
De su lado aparece Genita, la cual es una estudiante de Arquitectura catalogada por el capitán como una muchacha subversiva, puesto que se ha involucrado en asuntos de política, advirtiéndole que frente a la represalia gubernamental no habrá distinción de sexo. Mientras que su abuela, Doña Eugenia, la define como seria pero liberal. Esta frente a la advertencia del Capitán Mariano y Eugenia, sostiene que “no ve porqué las mujeres deban de conserva la inmunidad…” (Contreras, p.59). De lo que se desprende el llamado a la prudencia, por parte de Eugenia. Asimismo, constituye un refuerzo a la figura femenina y su protagonismo en los procesos sociales y gubernamentales, muchas veces sujetas a las estructura políticas y sociales impuesta desde el Estado.
Los límites de la libertad
Luego del diálogo con Genita, Eugenia se queda reflexionando sobre las limitaciones de libertades que tiene, producto de la negación del pasaporte (trámite interminable) y la imposibilidad de viajar libremente. A través de sus pensamientos da a conocer la angustia y desesperación que le genera el estar atrapada en una especie de jaula, que le impide estar cerca de Agustín, un ser amado, (que puede ser referido a Segundo Serrano Poncela, quien fuera, escritor y ensayista español, miembro de la Juventud Socialista; exiliado durante la Guerra Civil Española con quien se presume tuvo un romance o cercanía amorosa). Lo que sugiere la desesperación y anhelo de libertad y el temor por las consecuencias de solicitar ayuda y que esto sea tarde para ambos. “Agustín, no puedo renunciar al derecho de entrar y salir libremente” (Contreras, p. 61). Como señalando que no puede abandonar sus raíces enclavadas en la Isla, que le proporcionan inditas y seguridad.
Poco después de la intensa reflexión interna o un viaje hacia dentro se acerca Sebastián quien le comunica de asesinato de Fuencarral (Agustín) en una calle de París. Desde entonces narra los difíciles días a los que se tiene que enfrentar, guardando la apariencia, a pesar del dolor emocional que tiene que enfrentar. En ese estado de dolor se sumerge en el trabajo excesivo, de traducciones, para poder sobrellevar el dolor que le ha infringido su muerte. De tal suerte que, “basta un pensamiento sobre las cátedras de este en la Universidad de Santo Domingo, para que Eugenia se vuelva en llanto” (Contreras, p.63). En ese ambiente de incertidumbre y dolor se resalta la preocupación de su abuela y su tía, además del posterior diálogo con la peluquera en el que se da cuenta de esfuerzo inútil por ocultarse tras el trabajo y la apariencia, con tal de escapar de sus emociones que le oprimen interiormente. Mostrando así, la presión emocional y la necesidad de encontrar un equilibrio entre sus responsabilidades con el bienestar personal.
Acto seguido aparece una nueva creación poética:
En una calle de París. En París carne de mi carne, arrobamiento de mis años adolescentes y de mi juventud feliz. En una calle … No quiero saber en cuál … Ahora París inseparable de su nombre. Un dolor insondable fundido en el luminoso recuerdo (Contreras, p.64).
En este contexto, se destaca el contraste entre sus años de adolescencia, su juventud feliz y el dolor insoportable. Se entrelazan la nostalgia y la belleza de los recuerdos que evoca la ciudad en su interior, creando en Eugenia una mezcla de emociones que no ha podido resolver. París parece convertirse en una extensión de su ser.
Posterior a este momento de dolor interno, y de ese deseo de huir de su realidad, aparece Jesús quien se encarga de preparar el nuevo proyecto político:
-Jesús prepara el proyecto a fin de presentárselo a los potenciales afiliados: respeto a los derechos humanos, libertad de reunión, libertad de disentir, de tránsito, derecho de las masas a mejores niveles de vida… (Contreras, 2021, p. 67).
Pese a esto, Eugenia no toma la política en serio, sino que actúa de manera irónica, sugiriendo que sea vociferada en la plaza pública, ese nuevo proyecto político. No obstante, Christian se irrita porque esta no toma la política en serio a pesar de que intenta apartar el partido comunista, dado que no responde a los intereses que profesa.
En otro orden, La figura de Eugenia refleja su fuerte sentido de justicia y empatía por los demás al salir en defensa de Carlos José, novio de Genita, con el firme propósito de que no sea torturado un inocente y le “duele que dos personas que se aman sean separados” (75). Acto seguido aparece una referencia a Agustín, quien fue víctima de la intolerancia por sus ex compañeros del partido comunista. Lo que añade a su dolor la tragedia y la internalización de la violencia de Estado, por lo que procura honrar la memoria de Agustín y trata de salvar a Genita y a Carlos José a pesar del proceso de matiz político tenso que enfrenta.
En ese contexto de tensiones, producto de las persecuciones, se resalta a María la Santera del Perpetuo Socorro quien sale a solicitar donativos con el objeto de realizar una marcha hasta el Palacio Nacional para pedir por la liberación de los presos políticos. Se destaca, por consiguiente, la participación de las mujeres que luchan y se resisten en un ambiente de represión política. La presencia del padre Benigno denota la tensión entre la iglesia y el activismo político, mientras que los militares se enfrentan a las mujeres con el propósito de disuadir a la población que desafía al sistema opresor. Esta destaca por su determinación a pesar de los riesgos que supone la lucha por la libertad y la justicia.
Con la narrativa de la marcha hacia el Palacio Nacional con el objetivo de que se liberen algunos presos políticos, muestra que la organización puede generar ciertos cambios políticos:
De igual manera, destaca cómo la resistencia pacífica y la negociación puede generar resultados significativos en lo relativo a la defensa de los derechos humanos y la justicia social, aunque el presidente utiliza como herramienta de opresión la liberación de algunos implicados. Concomitantemente, la circulación de la noticia de que los liberados presos políticos serían perseguidos y asesinados evoca una atmosfera de tensión, intriga y vulnerabilidad entre los personajes, Eugenia como Teófila a esto se suma la presencia de Sor Amparo lo cual sugiere un contraste entre la serenidad espiritual y la agitación emocional entre las madres y el entorno general, además la complejidad de las relaciones humanas a partir de un escenario de tenso.
Acto seguido se presenta un escenario de intriga y de urgencia ante el imperativo de proteger a los liberados presos políticos. Las instrucciones que surgen entre los afectados suponen la necesidad de actuar con rapidez y precisión. Controlar los perros de la vecindad sugiere los riesgos a los que se ven expuestos, dada la imprevisibilidad de la misión y la presencia de informantes que puedan delatar los planes trazados, puesto que algunos se han vuelto adictos al absolutismo del gobierno.
En la conversación acerca de Ramona, una sirvienta que había criado el Arquitecto Ponte, la cual se presenta como introvertida y poco fiable, se estila el que se desconocen los intereses del marido. Por lo que amerita la discreción de lo que se trata. En esa atmósfera de incertidumbre y crucial para el plan de escape que están tramando, se procura una atención minuciosa a los detalles con el fin de encontrar paz en un momento de tensión máxima por lo peligros a los que se enfrentan. La llegada de Genita agrega un elemento de mayor angustia al anunciar que los están soltando. Pues, acababan de llegar Los mellizos.
En ese contexto se produce una tensa conversación entre Eugenia y Genita, dada la insistencia de esta última de incorporarse al plan. Lo que refleja la intensidad de los lazos familiares en los momentos de inseguridad en lo que se encuentran. Lo que motiva una atmósfera cargada de emociones encontradas, de determinación y expectativas frente a los problemas que se tendrán que enfrentar. En aquel momento de súplicas ante la vulnerabilidad y la necesidad de protección inmediata, entonces se escucha un sonido de una sirena, que provoca una serie de emociones de alivio, pero inmediatamente interrumpida por una segunda sirena y el clamor de júbilo: “Les llegaron las armas”.
Momentos intensos dentro de la obra
Esa situación anterior agrega un momento de tensión mayor cuando a las siete de la mañana “resonaron los culatazos sobre las puertas cerradas” (Contreras, p. 102). La fuerza de seguridad “buscaron furiosamente” a los recién liberados. Se intensifica cuando le preguntan al “abuelo” sobre el paradero de los individuos a quien le advierte que, si se esconden, al volver los militares se llevarán a dos de las mujeres para que hablen. Y se marcharon casa por casa registrando a las mujeres, hasta que llegan a la casa del senador Rogelio Murazo, quien los acusa de ineficientes y responsables del crimen de haber dejado marchar a los que llama “comunistas”.
En ese escenario aparece un perro muerto “uno junto a una trinitaria escarlata y el otro se arrastraba gimiendo sobre la grama” (103). Lo que sugiere la tragedia, la violencia y la injusticia que prevalecen en el entorno. Esto refuerza la idea de un país marcado por la opresión y la brutalidad donde la vida humana se ve amenazadas.
Acto seguido se vislumbra un ambiente de conflicto inminente entre los militares y los que habían sido liberados. Se intensifica cuando los estudiantes librados son amenazados por el teniente quien pretende enviar un contingente de aviones a destruir el barrio. Los impacientes militares desisten ante la aseveración de que la mayoría de las pilotos son procedentes del entorno, y salen hacia la Fuerzas Armadas con el fin de notificar lo sucedido. Motivando a los estudiantes a prepararse con barricada ante la inminente amenaza. Todo ello refleja la complejidad del régimen político que utiliza las fuerzas militares con el firme propósito de enfrentar cualquier levantamiento contra el gobierno, a quienes los estudiantes les exigen la renuncia del pleno gubernamental. Posteriormente se anuncia un toque de queda el cual supone un acto represivo y de disuasión.
La obra termina con Eugenia frente al mar con unas expresiones cargadas de simbolismo. En un primer momento señala que “Pero aun dormida, la tierra gestaba su fragoso escalofrío”. Esta imagen evoca que algo catastrófico está a punto de suceder. A ese sobrecogedor momento le sigue la personificación “La tierra está bramando” como si la misma naturaleza estuviera expresando su inmenso y desgarrador dolor. De igual manera, la soledad de Eugenia frente al mar sugiere que la propia naturaleza se encuentra conmovida ante el dolor infringido por el poder. Estas imágenes se hacen acompañar de otra: “tijera metálica sobre el puente” sugiriendo que este poder militar está a punto de descargarse sobre ellos. Bajo ese escenario, Eugenia recuerda a Agustín, ese ser amado asesinado, en la intimidad de su ser intensifica el dolor. La soledad que infringe sobre las personas la opresión de gobierno a través de sus caliéses y militares. Además, su deseo de huir de esta realidad que le oprime hasta el corazón en su más profunda angustia.
En definitiva, esta novela sumerge al lector en un viaje hacia el interior del sujeto femenino, otorgándole protagonismo en el desarrollo de su narrativa. Asimismo, desvela el sufrimiento al que se encuentra sometida, dada las ideas conservadoras que predominaba en las sociedades dominicana. La tierra está bramando destaca, además, la gran metáfora de la huida. Los personajes quieren escapar del dolor que le infringe el poder político como realidad externa y del intenso amor mezclado hacia el ser amado ausente. Y se busca escapar atravesando el oscuras mar y, más allá de este, en busca de una respuesta a una realidad existencial que oprime. En ese monólogo que atraviesa la novela se revela el destino inevitable que impone las dictaduras y la muerte.