Eterno retorno; mariposa descompuesta; samanes, algarrobos, yagrumas; la poesía y las clitorias; cacatas; obstrucción automotriz; pasos que fluyen como el destino inexorable del río; la promesa del gato de Cheshire; Mieses Burgos; cantos rodados, bloques erráticos; advenimientos como serendipias; el mitigado regreso; la poesía otra vez; danza el cuerpo y la bachata; la madre de los hijos del Guayubín; una mariposa de metal en las frágiles manos del tiempo; el sabor de un mango que te espera; la alegría y la nostalgia del fin; el retorno otra vez. Un año después, hemos regresado para que nazca un árbol de canciones.
Caimital Abajo, en Santiago Rodríguez, nos esperó el 13 de julio del 2025 con el florecimiento de un jardín dormido en el corazón de la abuela. Nuevamente, Yiya, la matriarca del lugar, nos recibió para luego regresar a su silencio, y nosotros al camino. Nos rodeamos de criaturas del monte, árboles, clitorias y cacatas para compartir alimentos en el verde firme del campo. Posteriormente, escuchamos a Faustino, nuestro guía, leer un poema de Franklin Mieses Burgos, que sería inevitable relacionar con la aventura que estábamos a punto de vivir. Ahora me pregunto si no habrá sido meditado por el poeta.
Al concluir este momento inaugural, descendimos en los vehículos al encuentro del camino. Por la experiencia, supimos que Caimital tenía una protección natural contra la presencia de la urbe, contra las ruedas torpes que manchan el asfalto. Montados, algo ingrávidos, nuestros pies sobre bloques erráticos y siguiendo el curso del agua, caminamos río abajo buscando una promesa que nos permitiera irnos “soñando músicas inaudibles”. Me resultó casi inevitable comparar el fatigoso camino, la tambaleante superficie del suelo, con el acto mismo de la creación. Comprendí que no era a Faustino a quien seguíamos, sino a la necesidad de un hallazgo que redimiera el cansancio. Finalmente, nos encontramos, como serendipia, un sitio que parecía el corazón del Guayubín.
Luego de almorzar, bañarnos, jugar como niños, flotar ligeros, regresamos. El tío de Faustino llegó con una verdad algo más pragmática: el regreso fue más simple, pero menos conquistado. Llegamos a un colmado en el que pudimos hidratarnos y bailar cuanto ritmo sonaba en la bocina.
De retorno a Yiya, pude percibir una sortija de plata con la forma de una mariposa; fue inevitable pensar en el violento contraste entre la resistencia del metal y la fragilidad de sus manos. La abuela me cuenta sobre sus ocho hijos vivos, sobre su esposo fallecido. Yiya lo hizo sola; en tiempos más hostiles, sus caderas soportaron el peso del trabajo y los hijos. “Ahora están todos bien”, repite compasadamente su voz temblorosa.
Luego de devorar unos mangos y llevar para el camino, comenzamos el viaje de retorno a Santiago de los Caballeros. Así concluyó nuestro regreso a Caimital Abajo, entre las manos delicadas pero firmes de Yiya y el cauce vivo del Guayubín. La naturaleza y la memoria se abrazaron sin pedir permiso. Lo que comenzó como un reencuentro con la tierra terminó siendo una lección callada sobre la resistencia, la creación, la ternura y el sentido profundo de caminar juntos.
El poema leído, el agua que nos sostuvo, el juego y el silencio compartido nos recuerdan que hay lugares donde el alma descansa sin querer irse. Nos fuimos distintos, no tanto por lo que encontramos, sino por lo que fuimos capaces de sentir. Me fui con Mieses Burgos en mi conciencia:
“Yo sembraré mi voz en la carne del viento
para que nazca un árbol de canciones;
después me iré soñando músicas inaudibles
por los ojos sin párpados del llanto.”
Para la conquista de la “maravilla sonámbula de un árbol”
July 17, 2025
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Muy lindo, hermoso relato profe preferida
Encantada de que le guste.
Que descripción más poética de lo que vivimos juntos.
Sí, fue un hermoso camino.
Whoa! Que hermoso. Gracias por compartir. Pudo haber sido una linda experiencia, pero tu palabra la hace extraordinaria. Ese poema de Mieses Burgos es una de las obras maestras de la literatura universal: “Paisaje con un merengue de fondo”.
"Canción de la voz florecida"!!! Gracias hermano. Estoy de acuerdo, Mieses Burgos es una bestialidad!!
Que belleza de crónica Diana ,Gracias por todo lo que haces 🌹
La tribu de FUCELI es la que hace… yo sólo lo narro. Abrazos!!!
Lindo eso que escribistes. Ahora entiendo lo que decía mi papá. Nadie es profeta en su tierra. El cambio sirvió para que tu volvieras a crear esas maravillas. Eres muy talentosa hija. Hoy lloro de emoción al leerte y me alegro del cambio mi chinita. Papá conejo
Caminante no hay camnio…Te amo mucho